jueves, 31 de marzo de 2016

El empresario fotógrafo: José Ortiz-Echagüe (1886-1980)

En este post aludiremos a la figura de José Ortiz-Echagüe, fotógrafo de prestigio internacional y reputado emprendedor. El protagonista del artículo de hoy fue el fundador de Construcciones Aeronáuticas, S.A. (CASA) y el primer Presidente de SEAT. Nos encontramos ante una de las personas más relevantes en la historia de los sectores aeronáutico y automovilístico en España, una figura cuya trayectoria, sin duda, merece la pena tener en cuenta.

Los orígenes de su carrera

Nacido en el seno de una familia de larga tradición militar, Ortiz-Echagüe pasó su infancia y adolescencia en Logroño, ciudad a la que fue destinado su padre como teniente coronel del Regimiento de Zapadores Minadores. José guardó siempre un recuerdo imborrable de esos años de su vida. Durante las vacaciones de verano, comenzó a desarrollar su afición por la fotografía. Cuando contaba con solo doce años, un familiar cercano le regaló una cámara Kodak con la que disparó sus primeras instantáneas. Se trató de una especie de premio de consolación para apartarle de la pintura, una pasión que ya desarrollaba su hermano Antonio y que también había comenzado a tentarle a él. Su padre, según él mismo solía comentar con mucho sentido del humor, “no quería dos calamidades en casa”.

Un jovencísimo José Ortiz-Echagüe con su inseparable cámara fotográfica. Fuente: familia Ortiz-Echagüe

Terminados sus estudios secundarios, decidió iniciar la carrera de ingeniero militar. Ingresó en la Academia de Guadalajara en septiembre de 1903 y permaneció en ella hasta julio de 1909. Entonces fue destinado a la Primera Unidad de Aerostación de operaciones en Melilla, en el marco de las tensas circunstancias que siguieron a los sucesos del Barranco del Lobo. Pasó en África cinco meses que le sirvieron para engrosar su listado de condecoraciones y reorientar su carrera profesional hacia la aerostación, un terreno nuevo que le daba la posibilidad de compaginar la vida militar con su pasión por la fotografía.

Tras regresar de África, José se habilitó como piloto de globo libre y, poco después, como piloto de aviación. A comienzos de febrero de 1912 regresó a Melilla. En plena campaña del Kert, realizó varias ascensiones en globo cautivo para obtener fotografías del campamento enemigo. Dos años más tarde tuvo la ocasión de participar, junto con el capitán Herrera, en una travesía aérea entre Tetuán y Sevilla. Se trató de la primera ocasión en que se volaba sobre el Estrecho de Gibraltar por esta zona, sobrepasando el Peñón. Los dos militares recorrieron cerca de cuatrocientos kilómetros en unas tres horas: toda una hazaña para la época. 

Aparte de instantáneas meramente militares, aprovechó su estancia en África para hacer algunas fotografías artísticas que hoy figuran entre las más reconocidas de su carrera. Su estancia en el continente vecino le sirvió para fraguar un estilo propio, a medio camino entre la plasmación artística y la documental. De aquellos días es una de sus obras más conocidas, “Moro al viento”, con la que obtuvo en 1915 el primer premio en el Concurso del Círculo de Bellas Artes de Madrid.

“Moro al viento”. Fuente: www.museo.unav.edu

En sus meses africanos, tuvo también la oportunidad de iniciar una de las actividades que más marcó su dedicación profesional: la reparación de aviones en el aeródromo de Adir. Retornado a España, la Primera Guerra Mundial ya había estallado y José logró convencer a sus superiores para que le dieran la oportunidad de construir aviones. Compaginó durante aquellos años su labor en los talleres del aeródromo militar de Cuatro Vientos con incursiones en la empresa privada. La experiencia acumulada en esta etapa de su vida le hizo ver claro cuál iba a ser su destino profesional.

El nacimiento de Construcciones Aeronáuticas, S.A. (CASA)

Ortiz-Echagüe llevaba años perfilando su plan de iniciar una nueva empresa aeronáutica. La ocasión perfecta apareció con la convocatoria de un concurso para proveer de nuevos modelos de aviones a la Aeronáutica Militar, celebrado a comienzos de 1923. La propuesta de construir en España, bajo licencia Breguet, el primer avión metálico diseñado en Europa fue calificada en el sector como un “atrevido disparate”, pero esto no le amilanó. 

Construcciones Aeronáuticas, S.A. se constituyó en Madrid el 2 de marzo de 1923. Su objeto social era la “construcción y reparación de toda clase de material relacionado con la aviación y el automovilismo, dentro de los talleres que al objeto se constituyan (…)”. Ortiz-Echagüe fue capaz de aglutinar alrededor de su novedoso proyecto a un numeroso conjunto de accionistas: ingenieros militares, capitalistas relacionados con el sector aeronáutico, empresarios del ramo metálico y financieros. Una variada combinación que aseguraba la estabilidad de la nueva sociedad y su base técnica.

El primer sexquiplano construido por CASA salió de sus instalaciones en Getafe a finales de 1926, justo a tiempo para ser expuesto en el Parque del Retiro de Madrid con motivo de la Exposición Nacional de Aeronáutica. Entre 1926 y 1935 CASA entregó a las instancias militares más de 200 Breguet XIX. En abril de 1927, José Ortiz-Echagüe recibió la Cruz de la Real y Militar Orden de San Hermenegildo por la fabricación en España del primer avión enteramente metálico.


Breguet XIX. Fuente: www.aerobarbariansgrup.com

Las características del ramo aeronáutico contribuyeron a que los emprendedores tuvieran que lidiar continuamente con situaciones de incertidumbre y con una información incompleta sobre la demanda real de su único cliente: el Ministerio del Aire. Esta estructura monopsónica obligó a las compañías a buscar sus propios métodos para consolidar relaciones fluidas con las instancias oficiales. José Ortiz-Echagüe había sido militar y había integrado la primera promoción de la Escuela de Aviación de Cuatro Vientos, circunstancias que le ayudaron a tejer una tupida red de contactos en la Administración. 

Durante los años treinta, la competencia entre las compañías aeronáuticas españolas por aglutinar los escasos pedidos institucionales fue muy fuerte. Las empresas se lanzaron a la aventura de diversificar sus productos y diseñar sus propios prototipos. 

El levantamiento militar que se desencadenó en España el 17 de julio de 1936 y que dio lugar al estallido de la Guerra Civil dejó a las principales fábricas aeronáuticas del país en zona gubernamental. Solo la factoría que CASA había levantado en Cádiz diez años antes quedó bajo control de los sublevados. Los industriales aeronáuticos, al contrario que sus empresas, apoyaron unánimemente a los militares insurrectos. Durante el conflicto, la compañía inició las gestiones para poner en marcha unas nuevas instalaciones en Sevilla con una capacidad de producción de seis aviones de bombardeo al mes.

Etapa de reconstrucción

Tras la guerra, CASA inició pronto un intenso programa de inversiones destinado a la ampliación y reconstrucción de sus activos. En poco más de un año, la empresa gastó más de 14 millones de pesetas en sus factorías de Sevilla, Getafe y Madrid. Para ello contó con el aval de las instituciones financieras que tradicionalmente habían apoyado sus actuaciones. 

Acorde con las nuevas medidas estatalizadoras que regían el sector aeronáutico desde 1941, en junio de 1943 CASA amplió su capital social y dio entrada al Instituto Nacional de Industria (INI) como titular del 30% de sus acciones. La compañía quedó reconstituida de esta forma como empresa mixta, público-privada, para la construcción de aviones de bombardeo y transporte. 

Aunque esta situación fue considerada entonces satisfactoria, fueron muchos los esfuerzos que el Consejo de Administración de CASA y sobre todo su gerente llevaron a cabo para tratar de evitarla. Ortiz-Echagüe había demostrado en numerosas ocasiones que era un firme partidario de la empresa privada, incluso en sectores tan comprometidos como el de la defensa. Para ello se inspiraba en modelos que él admiraba por su eficacia y solidez, como el de las grandes corporaciones aeronáuticas norteamericanas que estaban avaladas por importantes compañías financieras. 

CASA retomó su actividad de diseño de aviones en 1946. Sin embargo, los años de la posguerra fueron muy duros. El retraso en la entrega de accesorios y materiales cuyo suministro había asumido el Ministerio del Aire provocaba grandes perjuicios en la vida de las empresas aeronáuticas. Además, la política de precios y el rígido sistema de contratación que seguía este organismo contribuían a complicar considerablemente sus relaciones con las compañías del sector.

Entre CASA y SEAT

A finales de junio de 1948, Ortiz-Echagüe recibió la oferta de gestionar la futura empresa que el INI iba a poner en marcha para la fabricación de automóviles de turismo. En un primer momento, no interpretó esta propuesta como una muestra de confianza o como una oportunidad para desarrollar su carrera, sino como una obligación que no podía eludir.

José Ortiz-Echagüe en la madurez de su vida profesional. Fuente: familia Ortiz-Echagüe

El 9 de mayo de 1950, una escritura notarial recogió la constitución de la Sociedad Española de Automóviles de Turismo, S.A. (SEAT). José Ortiz-Echagüe asumió la Presidencia de esta nueva compañía y, además, no disminuyó sus responsabilidades en Construcciones Aeronáuticas. Durante algo más de cinco años simultaneó con gran esfuerzo su labor al frente de las dos empresas. A partir de octubre de 1955, continuó conservando de manera nominal el puesto de consejero delegado de CASA, aunque su labor allí se limitó a resolver cuestiones imprescindibles. 

En noviembre de 1953 salió a la calle el primer vehículo SEAT fabricado en Barcelona. Con ocasión de la apertura de las instalaciones, La Vanguardia dedicó unas letras a describir la personalidad del Presidente de la compañía. Para el autor del artículo era un hombre con gran empeño, “tenaz, contra viento y marea”, “matemático, calculador, de apariencia fría y al mismo tiempo apasionado”. Solo una persona con una naturaleza sosegada y técnica, pero a la vez con una evidente rama artística, podía haber sido capaz de “emprender esta obra que parecía un imposible”.

Y es que, a pesar del tiempo que dedicaba a las dos empresas en las que desarrolló su carrera, José nunca abandonó su pasión por la fotografía. Metódico, gran perfeccionista y dotado de una enorme paciencia, cualidades comunes a su laboriosa producción artística y a su vida empresarial, fue un trabajador incansable. Su larga trayectoria profesional y su dedicación plena a la dirección de CASA fueron motivos más que probados para que recibiera la Medalla al Mérito en el Trabajo en julio de 1959.

José Ortiz-Echagüe en una estampa muy común en su vida: caminando cámara en mano. Fuente: familia Ortiz-Echagüe


José Ortiz-Echagüe era una persona muy polifacética y con una vida longeva tanto en lo personal como en lo profesional. Prueba de ello es que presentó su dimisión irrevocable al Consejo de Administración de SEAT en febrero de1967, cuando tenía ya ochenta años de edad. Había vivido con interés y esfuerzo los primeros años de la empresa y consideraba que su retirada estaba más que justificada. Todavía dedicó unos años más a la Presidencia de CASA, donde permaneció hasta marzo de 1970. 

Tras su salida de la empresa que él mismo había creado, el INI comenzó un proceso de remodelación integral del ramo aeronáutico y propició la fusión en torno a CASA de prácticamente todas las empresas que operaban en él. La unidad resultante quedó bajo jurisdicción pública. 

A raíz de la consolidación de la industria aeroespacial europea, CASA se integró en la compañía multinacional EADS (European Aeronautic Defence and Space Company) en junio de 1999. El nuevo consorcio cuenta con centros de producción y oficinas en más de setenta enclaves de Alemania, Francia, Gran Bretaña, Estados Unidos, Australia y España. Desde ese momento la filial española, que pasó a denominarse EADS-CASA, asumió la gestión de la División de Aviones de Transporte Militar (MTAD). En diciembre de 2008 esta unidad se integró en Airbus, una de las cinco divisiones del consorcio EADS

La empresa de hoy tiene poco que ver con aquel pequeño negocio que José Ortiz-Echagüe puso en marcha en 1923. Ni su tamaño, ni su vocación exportadora, ni su esfuerzo por promover tecnologías propias son comparables a los de hace más de noventa años. Sin embargo, sin la visión de su fundador y sin su empuje ninguno de los avances actuales habría sido posible.

Reflexiones para la actualidad

José Ortiz-Echagüe fue una persona de su tiempo que se adaptó a las circunstancias que le tocaron vivir. Durante buena parte de su trayectoria profesional tuvo que amoldar sus decisiones empresariales a factores como la falta de divisas, la carencia de suministros, la autarquía y los deseos intervencionistas del Estado. Se curtió en este caldo de cultivo y supo capear las circunstancias o aliarse con ellas de la mejor forma posible. 

Aparte de un eficaz gestor es indiscutible que también fue un empresario audaz: detectó un nicho de negocio, planificó y concibió cómo desarrollarlo, buscó el soporte técnico necesario para llevarlo a cabo y, con gran esfuerzo, logró convencer a varios capitalistas para que le apoyaran en su “atrevido disparate”. 

La existencia de un único demandante, en este caso el Estado, ha condicionado la evolución histórica del sector aeronáutico. Su oferta y su demanda, evidentemente, no se han regido por las leyes del mercado. Los parámetros que han condicionado su funcionamiento han sido de otra naturaleza bastante más compleja, por tratarse de una industria que configura un bien público como es la defensa. En este sentido, no hay que olvidar la cercanía de Ortiz-Echagüe a las instancias de poder por su condición de militar. Esta asociación de intereses, sin duda, le granjeó importantes contactos y le abrió numerosas puertas.

cerro@centennial.es



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