miércoles, 13 de abril de 2016

Akio Morita (1921-1999). Sony, el milagro japonés

El protagonista de nuestra entrada de hoy es Akio Morita, cofundador de Sony y uno de los pilares de la reconstrucción japonesa después de la Segunda Guerra Mundial. Nacido y educado para continuar con la secular tradición empresarial de su familia, Morita fue uno de los principales responsables de que la tecnología japonesa se reconociera en todo el mundo.

El joven Akio

Akio Morita nació en Nagoya en 1921. Heredero de una empresa familiar que se remontaba al siglo XVII, fue el mayor de los cuatro hijos de un acomodado productor de sake. Elegido desde la cuna para asumir la Presidencia de tan longeva compañía, la Segunda Guerra Mundial y su gusto por la Física trastocaron este designio. 

A pesar de su mediocre expediente, logró ser admitido en la elitista Universidad Imperial de Osaka, donde se graduó en Física en 1944. Durante la Segunda Guerra Mundial, Morita formó parte de la Armada Japonesa. Fue precisamente en este destino militar donde conoció a su futuro socio, el ingeniero electrónico Masaru Ibuka

En el otoño de 1945 Ibuka se instaló en Tokio y puso en marcha una pequeña empresa de reparación de radios y fabricación de adaptadores de onda corta. Este sector estaba en pleno auge después de la guerra. Tanto es así que uno de los principales periódicos del país dedicó un artículo al incremento de la demanda de estos artículos. En él se aludía a Ibuka y su empresa. 

Al leerlo, el joven Morita decidió retomar el contacto con su amigo y proponerle colaborar en algunos proyectos.

Akio Morita y Masaru Ibuka en su juventud. Fuentes: SONY y www.inmemoryglobal.com

El binomio Morita-Ibuka

Ambos colegas constituyeron la compañía Tokyo Tsushin Kogyo, conocida como Totsuko, el 7 de mayo de 1946. El negocio contaba con veinte empleados y su capital inicial fue de 190.000 yenes, en buena parte aportados por la familia Morita.

La precariedad de medios en una capital en pleno proceso de reconstrucción era muy grande, y los socios continuaron desarrollando el nicho de reparación de aparatos de radio en el que Ibuka había dado sus primeros pasos. También fabricaban voltímetros de tubo de vacío, muchos de ellos destinados a oficinas del Gobierno.

Morita e Ibuka constituían un buen tándem con rasgos totalmente complementarios. Ibuka era trece años mayor que Morita y contaba con un carácter idealista, impulsivo y retador. Tenía una gran formación técnica y era un verdadero visionario. Morita, por el contrario, era mucho más pragmático y tenía un fuerte instinto empresarial. Por sus orígenes familiares, contaba además con una buena red de contactos en los ámbitos político y económico.

Esta disparidad de perfiles les llevó a una división lógica del trabajo: Ibuka se encargaba de la investigación tecnológica y el desarrollo de los productos, mientras que Morita se hacía cargo del marketing, las finanzas y la dirección de equipos. Sin embargo, no todo estuvo tan claro desde el principio ni fue tan sencillo como se podría pensar. Esa complementariedad se fue definiendo con el tiempo y se fortaleció después de varios procesos de prueba-error.

Placa y logotipo de la Tokyo Tsushin Kogyo. Fuente: www.engineer-shukatu.jp

De hecho, la primera incursión de Ibuka fuera del ámbito de la reparación de radios fue un aparato para cocinar arroz que resultó ser un gran fracaso técnico. Esta mala experiencia le llevó hacia un área totalmente distinta: en 1949 Totsuko fabricó un grabador de sonido magnético. Pesaba casi 40 kilos y costaba al cambio cerca de 500 dólares, una elevadísima suma para un instrumento cuyas prestaciones todavía no estaban demasiado definidas. 

Morita hizo un gran esfuerzo por divulgar las utilidades del grabador, mientras que Ibuka y su equipo se afanaron en aligerar y mejorar el modelo. Los resultados no se hicieron esperar y sus ventas se incrementaron considerablemente. En 1951 se comercializó en Japón el primer grabador de hogar, mucho más liviano que su predecesor y con un diseño atractivo y sofisticado. Morita también dio una importancia creciente al servicio post-venta, como vía para consolidar la reputación del negocio.

De Totsuko a Sony

A comienzos de los años cincuenta, Masaru Ibuka adquirió a Western Electric la patente del transistor. Estos aparatos eran bastante más pequeños y mucho más duraderos y baratos que las radios con tubos de vacío que la compañía había producido hasta entonces.

En 1955 la compañía lanzó el modelo TR-55, su primer radiotransistor, que contaba con unas medidas de 14 x 8,9 x 3,4 cm. Su recepción por parte de los consumidores japoneses fue excepcional, y ese éxito hizo plantear a Morita e Ibuka su incorporación al enorme mercado estadounidense.

Modelo TR-55. Fuente: www.taringa.net

Esta nueva apuesta por la internacionalización debía ir necesariamente unida a una marca comercial atractiva y fácilmente identificable por consumidores de otros países. Los dos socios se lanzaron a la búsqueda de una denominación que fuera sugerente. Tras muchas cavilaciones, Sony fue el nombre elegido. Esta palabra hacía alusión a dos conceptos básicos para la empresa: por un lado el sonido, “sonus” en latín, base de la tecnología desarrollada por la compañía; y por otro, la fuerza de la juventud, recogida en el término norteamericano “sonny boy”.

La popularización de la marca Sony fue tan grande que, en 1958, solo tres años después de su implantación, Totsuko pasó denominarse Sony Corporation: es decir, la parte dio sentido al todo.

En la década de los años sesenta Sony explotó al máximo la tecnología basada en el transistor y diseñó numerosos productos a partir de ella: amplificadores, el aparato de televisión más ligero del mundo, denominado TV5-303, la primera grabadora con casete o la novedosa tecnología de televisión a color “Trinitron”, una verdadera garantía de calidad en la imagen.

La forma de dirigir de Morita

Los sesenta fuera también años de expansión internacional: en 1960 se creó Sony Corporation of America y en 1968 la compañía japonesa inició una aventura empresarial al 50% con CBS en Estados Unidos, origen de la actual Sony Music Entertainment. Dos años más tarde, Sony se convirtió en la primera empresa japonesa que cotizó en la Bolsa de Nueva York. 

El mercado norteamericano ejerció una fuerte atracción sobre Sony desde sus inicios. Akio Morita, promotor de la estrategia internacional de la compañía, mostró a lo largo de su vida numerosas tensiones entre la cultura japonesa en la que había crecido y la sociedad estadounidense en la que desarrolló parte de su trayectoria profesional. 

Trasladó su domicilio familiar a Nueva York en 1963, donde residió durante quince meses. De puertas afuera, se comportaba como un hombre de negocios rompedor, que criticaba abiertamente muchas prácticas corporativas comunes en Japón. De puertas adentro, no obstante, conservaba las costumbres de su país de origen. Esta visión tradicional del ámbito personal se reflejaba también en su concepción de la empresa como una familia.

La familia Morita en uno de sus desplazamientos a Estados Unidos. Fuente: www.factsanddetails.com

Estaba totalmente de acuerdo con el sistema nipón de contratación para toda la vida, a la vez que renegaba del método norteamericano de fidelización a través exclusivamente de la remuneración. Sin embargo, tampoco le convencía la promoción basada solo en la antigüedad, tal y como se hacía en Japón. El liderazgo y la motivación eran factores fundamentales para garantizar el ascenso, en opinión de Morita, mientras que la participación de los asalariados en la propiedad de la compañía era un requisito imprescindible para conseguir esa deseada estabilidad.

No le gustaba tampoco el excesivo énfasis que las empresas norteamericanas ponían en satisfacer únicamente a sus accionistas. Claro precursor de una tendencia que luego se ha extendido por todo el mundo, Morita era partidario de conseguir un equilibrio entre los numerosos grupos de interés de las compañías: empleados y sus familias, clientes, socios, entidades locales e, incluso, negocios rivales. En su opinión, los directivos eficientes eran aquellos que iban más allá del corto plazo y establecían colaboraciones estables con todas esas comunidades.

Morita recogió su experiencia como directivo en varios libros. El primero de ellos, publicado en 1966, se titula Never Mind School Records. En él sostiene que los títulos académicos, por importantes que sean, no sirven para predecir el rendimiento profesional de una persona. El segundo, Made in Japan, apareció en 1986 y constituye una autobiografía de madurez. El último, editado en 1989 y co-escrito con el político nacionalista Shintaro Ishihara, lleva por título El Japón que sabe decir no. La obra anima a los japoneses a representar un papel internacional más activo e incluye críticas abiertas a varias prácticas empresariales norteamericanas. Algunas de sus afirmaciones produjeron malestar en Estados Unidos y Morita optó por eliminar sus capítulos de la versión en inglés.

Portada de El Japón que sabe decir no. Fuente: www.articulo.mercadolibre.com.ar

Esa tensión entre Oriente y Occidente siempre estuvo presente en su vida profesional. Conocía bien los dos mundos e incorporó a su visión empresarial lo que, en su opinión, destacaba en ambos. A pesar de sus críticas, Morita fue sin duda el empresario japonés más famoso y mejor conectado en Estados Unidos. Prueba de ello es que formó parte de los Consejos de Administración de Pan Am, IBM y Morgan Guaranty Trust. También integró el Grupo de Relaciones Económicas Japón-Estados Unidos, conocido como el “Grupo de hombres sabios”.

Más éxitos y algunos fracasos importantes

De la mano de sus fundadores, la compañía continuó cosechando aciertos tecnológicos trufados de varios fracasos sonados. El primero de ellos fue el lanzamiento del formato de vídeo analógico Betamax, en 1975, y el intento de Sony de convertirlo en el sistema de referencia. A pesar de que Betamax tenía mejor calidad de imagen y sonido que su competidor más directo, el Video Home System (VHS) de la también japonesa JVC, no logró imponerse en el mercado. 

Inicialmente, Betamax ofrecía solo una hora de grabación frente a las dos de VHS. Esta aparentemente pequeña diferencia resultó, sin embargo, crucial a la hora de definir la tendencia de los consumidores. Poco a poco el Betamax fue perdiendo cuota de mercado y su presencia en él se hizo cada vez más testimonial. 

El siguiente producto estrella de Sony fue el famoso Walkman, un reproductor de casetes portátil de alta fidelidad. Su lanzamiento oficial fue el 1 de julio de 1979 y pronto se convirtió en un verdadero best-seller. Aunque muchas otras empresas del sector fabricaron productos semejantes, Sony logró mantener su liderazgo durante toda la década de los ochenta.

Walkman de Sony. Fuente: www.tecnosofiablog.com

En esos años la multinacional japonesa creció enormemente. No solo porque afianzó su presencia internacional, sino también porque adquirió numerosas compañías de otros países, especialmente de Estados Unidos. Este proceso fue tan rápido que la empresa matriz tuvo verdaderos problemas para organizarse internamente y mantener la esencia de su cultura.

Para entonces, Morita ya se estaba planteando su jubilación de Sony pero todavía asistió al desarrollo, junto a la holandesa Phillips, de otra revolución tecnológica: el Compact Disc (CD) y su reproductor portátil (Discman). Sin duda, Sony era por entonces una de las compañías más poderosas del mundo.

A finales de noviembre de 1994, Akio Morita dejó la compañía que había cofundado casi cincuenta años atrás. Unos meses antes había tenido una hemorragia cerebral mientras jugaba un partido de tenis. Tras su retirada, asumió las riendas de la compañía Norio Ohga, un experimentado directivo que había desarrollado prácticamente toda su carrera profesional en Sony. Morita falleció en 1999 a los 78 años de edad. 

Su salida de Sony coincidió con el comienzo del declive de la empresa. Hay numerosos casos similares en la historia internacional, ya que sustituir a los grandes líderes es una labor complicada. Además, resulta difícil que una gran compañía mantenga durante décadas un elevado nivel de excelencia tecnológica e innovación. Sony era por entonces un gigante demasiado grande y con poca capacidad de reacción. Era evidente que se había quedado atrás en varios frentes, como los reproductores de música digitales, los teléfonos móviles o las televisiones de pantalla plana. 

En la actualidad, Sony ha logrado encauzar su cuenta de resultados tras someterse a un ambicioso plan de reestructuración interna capitaneado por su Presidente y Consejero Delegado, Kazuo Hirai. Únicamente su división de telefonía móvil se resiste a esta tendencia positiva, aunque se están tomando medidas para reinventar su gama. Como en el pasado, solo la innovación, la calidad y la valentía podrán reconducir a Sony al camino del éxito.

Reflexiones para la actualidad

La historia personal y profesional de Akio Morita y la trayectoria de Sony van, sin duda, de la mano. Como en tantos otros casos de grandes líderes empresariales, la compañía y la persona llegan a ser casi la misma cosa. Sin duda, los mejores directivos son aquellos que dejan su impronta en la organización, aquellos que trasladan su filosofía vital a la entidad que gestionan y que tienen una visión integradora que va mucho más allá del corto plazo. El peligro de contar con dirigentes de esta naturaleza es claramente su reemplazo. 

Su salida de la organización suele venir unida en muchas ocasiones de períodos de crisis. Bien porque durante sus últimos años al frente de la empresa el líder hubiera perdido la frescura y el empuje de sus inicios, bien porque no se preparó su sustitución con el suficiente cuidado o bien porque tomar las riendas de una compañía después de un fundador carismático no es cosa nada fácil. O quizás también por todas estas razones al mismo tiempo. 

Morita fue, claramente, un emprendedor y un directivo que dejó huella: junto a su inseparable Ibuka convirtió a Sony en una compañía de referencia en todo el mundo y fue un hombre de negocios ambicioso, que intentó integrar en su visión empresarial lo mejor de Oriente y Occidente. Fue, sin lugar a dudas, un líder que ha hecho historia.

cerro@centennial.es

3 comentarios:

  1. hola interesante relato de akio morita, me sirvio para hacer mi tarea de ingles. Gracias

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  2. Me alegro mucho de que te haya resultado útil.

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