El fundador y lo primeros años de la empresa
Friedrich Bayer nació en Barmen-Wichlinghausen, un distrito de la actual ciudad de Wuppertal (Alemania), en 1825. A los 14 años comenzó a trabajar como aprendiz en una empresa tratante de productos químicos. Durante sus años de formación, el joven Bayer fue adquiriendo experiencia en el comercio de tintes. Con veintitrés años fundó su primera compañía de ventas.
Friedrich Bayer. Fuente: www.rheinische-geschichte.lvr.de
Pronto comenzó a importar tintes artificiales, que tenían mayor pureza y brillantez que los naturales. Bayer inició también su fabricación con la colaboración de Johann Weskott, su futuro socio. Al principio no tuvo demasiado éxito comercial, pero poco a poco consiguió que el negocio despuntase.
Su principal cliente era la industria textil, que por entonces estaba creciendo rápidamente. Aunque surgieron muchas empresas dedicadas a la fabricación de tintes artificiales, solo lograron sobrevivir las más innovadoras y las que supieron aprovechar las oportunidades del mercado internacional. Bayer fue una de ellas.
La exitosa asociación entre Bayer y Weskott favoreció la creación de un negocio conjunto en agosto de 1863. A pesar de la difícil situación económica, esta pequeña empresa consiguió ampliar considerablemente su capacidad de producción. Cuando Friedrich Bayer murió en 1880, a la edad de 54 años, dejó como legado una floreciente compañía familiar.
Los hijos y yernos del fundador, que ya se habían incorporado al negocio, la transformaron en una sociedad por acciones. El crecimiento de su plantilla, que pasó de 3 trabajadores en 1863 a más de 300 en 1881, refleja el empuje de la empresa en sus años iniciales.
Entre 1881 y 1913 Bayer se convirtió en una compañía química de carácter internacional. Aunque la división de tintes continuó siendo la mayor, sus actividades se ampliaron mucho.
De los tintes a los medicamentos
Uno de los principales logros de Bayer fue su apuesta por la investigación. En su recién creado laboratorio científico trabajó uno de los hombres clave de la compañía: Carl Duisberg. La carrera de este joven doctor en Química fue ascendente. Una de sus primeras decisiones fue constituir una división farmacéutica independiente.
Carl Duisberg (1861-1935). Fuente: https://andina.bayer.com/es/acerca-de-bayer/historia/
Duisberg estaba muy interesado en crear un antipirético a partir del paranitrofenol, un producto de desecho en la fabricación de tintes. En 1888 el laboratorio de Bayer obtuvo un compuesto químico llamado acetofenetidina, que Duisberg comercializó con un nombre no químico. Más tarde, la empresa inició la fabricación de su segunda droga, un sedante llamado Sulfanol que también fue un éxito comercial
Todos los científicos que entraban a trabajar en el laboratorio de investigación de medicamentos de Bayer tenían que leer un documento, firmado por Duisberg, en el que se especificaban sus responsabilidades: “Encontrar nuevas formas de presentar sustancias farmacéuticas familiares, especialmente patentadas, (…) y también descubrir nuevas propiedades fisiológicas técnicamente utilizables en sustancias nuevas o familiares (…). Simplemente se requiere de cada persona que trabaje en esta empresa que lo haga de un modo inventivo y que se esfuerce en crear innovación” (frase tomada de Jeffreys, Diarmuid (2004), Aspirina. La extraordinaria historia de una droga maravillosa, Biblioteca Buridán, Barcelona, p. 90). Estas palabras, que bien podrían formar parte de cualquier declaración de intenciones actual, llaman la atención por su carácter pionero.
La Aspirina
Poco después llegó el “medicamento del siglo”: la Aspirina. En 1896 Arthur Eichengrün, director del grupo de investigación de nuevos fármacos de Bayer, encargó a Felix Hoffmann la búsqueda de una variante del ácido salicílico que redujera sus efectos secundarios. Un año después este informaba de la obtención del ácido acetilsalicílico.
El lanzamiento comercial de la Aspirina tuvo lugar en julio de 1899 de un modo discreto. En menos de quince años, sin embargo, se convirtió en unos de los medicamentos más consumidos en el mundo.
Antiguo frasco de Aspirinas. Fuente: www.elcomercio.es
Hoy es un fármaco registrado en más de setenta países. Desde su comercialización inicial se han consumido más de trescientos cincuenta billones de comprimidos y se estima que la ingesta diaria es de unos cien millones de pastillas.
Impulso internacional y guerra
El carácter internacional que se le dio a la compañía fue sin duda una de las claves de su gran desarrollo. En 1913, alrededor de un 80% de sus beneficios procedían de la exportación. Ese espíritu se ha mantenido a lo largo de su historia y, en la actualidad, Bayer tiene representación en prácticamente todas las naciones.
Desde 1905 había existido una comunidad de intereses entre Bayer, BASF y Agfa (Triple Asociación). Con el fin de recuperar su acceso a los mercados internacionales, estas y otras compañías químicas alemanas se embarcaron en una aventura conjunta en 1915.
El fuerte desarrollo experimentado por Bayer en sus comienzos quedó interrumpido por el estallido de la Primera Guerra Mundial. Las exportaciones casi desaparecieron y las ventas internas se vieron muy afectadas. La empresa se integró poco a poco en la economía de guerra y comenzó a producir explosivos y armas químicas.
Los efectos de la conflagración fueron devastadores: como consecuencia de su nacionalidad y de su participación directa en el conflicto, Bayer perdió sus activos en el extranjero y su acceso al mercado internacional quedó prácticamente truncado.
IG Farben
Una vez estabilizada la economía global a mediados de los años veinte, las compañías que formaban la Triple Asociación decidieron fusionarse. Bayer transfirió sus activos a I.G. Farbenindustrie AG (IG).
Después de unos años de bonanza, la Gran Depresión afectó con fuerza a las instalaciones de IG. A partir de 1930 el empleo fue recuperándose poco a poco.
Durante la Segunda Guerra Mundial, las factorías de IG en el Rin se consideraron “de importancia vital para la guerra”. Los requerimientos de producción crecieron y muchos obreros fueron llamados a filas. Su actuación durante esos años no está, sin embargo, exenta de una dura polémica.
Inicialmente, IG accedió a regañadientes a la “arianización” de su fuerza de trabajo, aunque luego lo hizo con rapidez. El cártel aportó varios millones de marcos para la construcción del campo de exterminio de Auschwitz. Construyó y gestionó una planta química adyacente a él, la IG Monowitz, en la que murieron miles de personas forzadas a trabajar en unas condiciones terribles. Participó y financió experimentos médicos con los presos de los campos de concentración. También desarrolló el Zyklon B, un producto químico usado en las cámaras de gas de Auschwitz, Majdanek y Mauthausen. Una historia realmente trágica.
Dada la severidad de los crímenes de guerra cometidos por la compañía durante el conflicto, los aliados decidieron disolverla y volver a dar entidad a sus elementos constituyentes. De los 24 directivos de IG Farben acusados ante un tribunal militar norteamericano, 13 fueron sentenciados a entre uno y ocho años de prisión.
Después de la guerra Bayer recuperó su personalidad jurídica, aunque su reconstitución legal no llegó hasta diciembre de 1951.
De nuevo Bayer: la recuperación
A comienzos de los años cincuenta se permitió a Bayer adquirir negocios en el extranjero, especialmente en Estados Unidos y América del Sur. La empresa también expandió sus actividades en Alemania y Europa.
Parte del crecimiento conseguido en la posguerra se debió a la creciente inversión en investigación y desarrollo de nuevos productos. En 1963, un siglo después de su fundación, Bayer daba trabajo a cerca de 80.000 personas y sus ventas se acercaban a los 4,7 billones de marcos.
En los setenta, la compañía se vio muy afectada por el incremento del precio del crudo y de todas las materias primas. A pesar de la dureza del momento, expandió sus actividades internacionales.
En 1988 Bayer celebró su 125 aniversario. La facturación en ese año ya rozaba los 40 billones de marcos y el número de empleados los 165.000. Tras la reunificación, se construyó en Alemania la planta farmacéutica más moderna de Europa, en la que se invirtieron 270 millones de dólares.
En 2005 Bayer ya figuraba como uno de los tres principales fabricantes de medicinas sin receta del mundo. En la actualidad, la compañía desarrolla una intensa actividad en el área de la Responsabilidad Social Corporativa.
Reflexiones para la actualidad
Dos factores han resultado decisivos en la supervivencia de este gigante alemán durante más de siglo y medio:
- Por un lado la innovación y la investigación, dos elementos incorporados a su ADN desde los años iniciales. Una innovación inclusiva, que afecta a todos los estadios de la organización y a todos sus integrantes. Las palabras de Carl Duisberg a finales del siglo XIX no dejan ninguna duda al respecto.
- Por otra parte, hay que destacar la enorme vocación internacional de la compañía también desde sus comienzos. Su fundador siempre apostó por salir fuera de las fronteras alemanas y se encargó de crear toda una red comercial en el exterior.
La empresa ha mantenido durante algo más de 150 años una forma coherente de plantear su negocio y ha hecho de la innovación y la internacionalización sus dos pilares fundamentales. Aunque ha apostado por la diversificación de productos a lo largo de su historia, nunca ha probado suerte fuera de su sector principal, el químico.
En el año 2013 el grupo conmemoró su 150 aniversario en todo el mundo con grandes celebraciones y acciones, destinadas a recordar su trayectoria y a reforzar su imagen de marca. Muchas voces denunciaron entonces la ausencia de los pasajes más oscuros de la historia de Bayer, sobre todo de los relacionados con su connivencia con el nazismo.
En un platillo de la balanza está la Aspirina, un medicamento sin parangón en la historia de la ciencia y uno de los productos comerciales más exitoso de todos los tiempos, que ha contribuido a mejorar la calidad de vida de muchas personas. En el otro, una época oscura en la historia corporativa que se intenta “maquillar” para mantener, interna y externamente, una imagen comprometida y cohesionada.
La moraleja en este sentido bien podría ser que dar la espalda a la propia historia no sirve de nada. Silenciar el lado oscuro de la realidad puede traer más inconvenientes que ventajas. Evidentemente, los actuales directivos de Bayer no tienen por qué sentirse responsables de lo que ocurrió hace más de setenta años. Sí es misión suya evitar que algo parecido vuelva a suceder, obrar con rectitud y transparencia y manifestar un compromiso sincero con sus trabajadores, la sociedad alemana y sus clientes de todo el mundo.
cerro@centennial.es
cerro@centennial.es
Como se explican 18400 casos de cancer con juicios contra Bayer por ser probocados con farmacos de su produccion y miles y milies de hemofilicos entre tres y trece años contagiados de Sida por otro farmaco contra la hemofilia para niños producido por Bayer. Esto parece Revolucion Etnica Nazi.
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