El post de hoy está dedicado a Muhammad Yunus, impulsor del emprendimiento social, los microcréditos y el Grameen Bank. Figura carismática, empresario atípico y economista laureado, Yunus ha centrado su vida profesional en mejorar la vida de los más pobres. Desde su centro de operaciones en Blangladesh, ha conseguido que su labor traspase fronteras y tenga un enorme impacto internacional. En 2006 Yunus y el Grameen Bank recibieron el Premio Nobel de la Paz.
De Bangladesh al mundo
Muhammad Yunus nació el 28 de junio de 1940 en un pequeño pueblo de Bangladesh. Fue el tercero de los nueve vástagos del matrimonio formado por Hazi Dula Mia Shoudagar, joyero de profesión, y Sufia Khatun. Cuando Muhammad contaba con cuatro años de edad la familia trasladó su domicilio a la ciudad de Chittagong, donde los hijos tenían más posibilidades de conseguir una buena educación.
Muhammad fue un joven inquieto e interesado por las actividades culturales. En 1957 comenzó sus estudios de Economía en la Universidad de Dacca. Ya graduado, inició su carrera profesional. Durante unos años fue probando en distintos campos: trabajó en la Universidad, fue asistente de investigación, abrió una fábrica empaquetadora… Pero el salto cualitativo en su vida llegó en 1965, con la concesión de una Beca Fullbright para realizar el doctorado en la Universidad de Vanderbilt, en Estados Unidos.
Muhammad Yunus en su juventud. Fuente: http://www.rmaf.org.ph
Concluidos sus estudios, Yunus se incorporó al ámbito docente norteamericano como profesor ayudante de Economía en la Universidad de Tennessee. Regresó a su país en 1972, tras la guerra de liberación que dio lugar al nacimiento de Bangladesh como estado independiente de Pakistán. Al poco tiempo pasó a ser director del Departamento de Economía de la Universidad de Chittagong.
Desde su atalaya académica, Yunus decidió buscar una solución para reducir la pobreza. Se trataba de un compromiso difícil de eludir en un país superpoblado que vivía por entonces una devastadora hambruna. Fue precisamente la disparidad entre los principios económicos que enseñaba en su cátedra y la amarga realidad que veía a su alrededor lo que le llevó a convertirse en un verdadero activista social.
Entre otras cosas, puso en marcha un Programa de Economía Rural para encontrar soluciones a los problemas del campo. También promovió un nuevo sistema de organización local llamado Gram Sarker, o gobierno del pueblo, que permitía a los ciudadanos participar en la toma de las decisiones que les afectaban.
Poco antes Yunus había promovido un concienzudo estudio de campo en una de las zonas más deprimidas de Jobra, muy cerca de la Universidad de Chittagong. Su contacto directo con las personas le permitió comprender la importancia que el crédito tenía en su vida, como agravante en la mayor parte de las ocasiones de situaciones de pobreza extrema. Excluidos de las entidades financieras por carecer de medios estables, los más pobres debían recurrir a prestamistas no oficiales que aplicaban tasas de interés claramente abusivas. Esta práctica no hacía más que complicar su situación de vulnerabilidad.
Yunus pensó entonces que los préstamos de cuantías muy pequeñas sin garantías de ningún tipo podían ayudar a los más pobres. Ello suponía ir en contra de ideas pasadas, que sostenían que las personas sin recursos no podían ahorrar, carecían de comportamientos mercantiles o no estaban interesadas en el cambio.
Muhammad Yunus mantiene un contacto directo con los más pobres. Fuente: http://www.neuronilla.com
Él mismo dejó 27 dólares a 43 mujeres de la zona, que necesitaban fondos para llevar a cabo tareas artesanales. Todas ellas cumplieron a tiempo con los requerimientos de devolución. Se demostró así que los pobres no solo se responsabilizaban de sus deudas, sino que además eran capaces de utilizar el dinero que se les prestaba en actividades lucrativas. La práctica del microcrédito permitió a Muhammad Yunus desterrar estereotipos sobre los comportamientos de los más pobres y desarrollar su obra más personal: el Grameen Bank.
El “Banco del Pueblo”
El origen del Grameen Bank, también conocido como “banco de los pobres”, se remonta a diciembre de 1976. Fue entonces cuando Yunus consiguió un empréstito del Banco Janata para, a su vez, prestar el dinero obtenido a los más desfavorecidos de Jobra. Con esta decisión pretendía dar oportunidades laborales a los numerosos pobres de la zona que no tenían trabajo e involucrarlos en una entidad que pudieran comprender y desarrollar por sí mismos.
Inicialmente el banco operó como un proyecto piloto, aunque su rápido crecimiento le permitió actuar como una entidad estable a partir de octubre de 1983. Su nombre, Grameen Bank o “Banco del Pueblo”, no deja resquicios a la duda sobre cuál es su principal cometido.
Su forma de actuar está basada en la confianza y en la fuerza de la palabra dada. Para recibir un préstamo es necesario formar parte de un grupo de cinco personas. Aunque la responsabilidad recae en cada individuo de manera aislada, el círculo actúa como mecanismo de control, puesto que el banco cancela los préstamos a los grupos en los que ha habido algún impago. La entidad financia el 100% de sus operaciones con fondos provenientes de sus depósitos.
Desde el Grameen Bank se fomenta el ahorro y se obliga a los prestatarios a guardar pequeñas cantidades de dinero para hacer frente a emergencias o a posibles contingencias que pudieran surgir. Los depósitos que se van consiguiendo se destinan a préstamos para personas necesitadas de otras aldeas.
Muhammad Yunus con algunas de las beneficiarias del Grameen Bank. Fuente: Grameen Bank Audio Visual Unit, 2006
Uno de sus principales logros es haber dado homogeneidad en el trato a hombres y mujeres. En una sociedad donde las disparidades entre unos y otros son evidentes, en claro detrimento del sexo femenino, esta apuesta por la igualdad ha resultado especialmente positiva. Las mujeres han demostrado un gran sentido de la responsabilidad y son muy constantes en el trabajo y en el pago. Prueba de ello es que el 97% de los prestatarios del Grameen Bank son madres de familia, que comparten con sus hijos los ingresos obtenidos.
Los beneficiarios de los préstamos tienen que suscribir además un compendio de buenas prácticas, conocido como las “16 decisiones”. Entre ellas figura el apoyo a la educación de los niños. Los prestatarios deben escolarizar a sus hijos y velar por su desarrollo. Medidas como esta tienen un efecto positivo en la vida de las personas y garantizan que, en el futuro, serán capaces de salir de la espiral de pobreza en la que han vivido durante generaciones.
Superada una etapa crítica producida por las inundaciones que afectaron a Bangladesh en 1998, el Grameen Bank inició un período continuado de crecimiento entre los años 2003 y 2007. La cuantía prestada desde su fundación asciende a 6,55 billones de dólares y el número total de prestatarios ronda los 7,34 millones. Por su parte, el índice de devolución de los préstamos es del 98,35%.
Los tipos de interés aplicados oscilan entre el 20%, con carácter decreciente, para los préstamos que generan ingresos y el 0% para los mendigos e indigentes. A mitad de ese largo trecho quedan el 8% de los préstamos de vivienda y el 5% de los créditos de estudios. El gobierno de Bangladesh ha fijado el tipo de interés de los programas de microcréditos desarrollados por el Estado en un 11% simple, que equivale a un 22% con aplicación a capital decreciente. El interés medio del “Banco del Pueblo” es, por tanto, menor que el estatal.
El Grameen Bank ha generado entidades semejantes en todo el mundo. Las microfinanzas se han convertido en una tendencia de carácter internacional, a la que también se han apuntado numerosas marcas de los países desarrollados.
El “Banco del Pueblo” participa además en la creación de negocios sociales. Para ello cuenta con un “laboratorio creativo”, cuya meta principal es sentar las bases de una nueva forma de hacer empresa que no pone énfasis en el propio interés, sino en el beneficio colectivo.
La actuación del Grameen Bank, sin embargo, no ha estado exenta de críticas. Para algunos expertos, la enorme extensión del microcrédito ha producido tensiones en varias comunidades por la presión para devolver los préstamos concedidos. Se habla incluso de varios casos de suicidio. Otros ponen el énfasis en la dificultad de medir adecuadamente el impacto real que los créditos tienen en la vida de las comunidades más pobres. Todos los grandes proyectos, y el Grameen Bank sin duda lo es, son difíciles de desarrollar y tienen importantes fortalezas y evidentes debilidades que hay que ir limando con la experiencia y el paso del tiempo.
En el año 2006, Muhammad Yunus y el Grameen Bank recibieron el Premio Nobel de la Paz de manera conjunta. El creador y su obra fueron galardonados con una de las máximas distinciones que cualquier persona u organización puede conseguir en el mundo. Antes y después ha habido muchas otras más. Todas han enfatizado la labor social que Yunus ha realizado en Bangladesh y el impacto internacional que ha tenido su nueva forma de concebir las finanzas. No hay que olvidar tampoco su importante contribución intelectual al ámbito de la llamada “economía social”. No en vano, en 2008 fue elegido como el segundo pensador más importante en la lista de “Top 100 Public Intellectuals” de las revistas Prospect Magazine y Foreign Policy.
Muhammad Yunus recibió el Premio Nobel de la Paz en 2006. Fuente: http://www.compromisoempresarial.com
Las ideas de Yunus han quedado recogidas en dos libros: su biografía de 2006 The Banker of the Poor y Creating a World Without Poverty, de 2008. En su opinión, es necesario cambiar totalmente las reglas que rigen la relación económica entre ricos y pobres. La erradicación de la pobreza es el mayor reto que la humanidad tiene que afrontar, y es evidente que la economía de mercado ha fallado en la búsqueda de soluciones para encarar este enorme cometido.
Los gobiernos, por sí solos, tampoco pueden hacerlo. Basta con echar una mirada a la historia contemporánea para darse cuenta de ello. En este panorama emergen ONG de variada forma y condición que realizan una encomiable labor. Sin embargo, para Yunus su principal debilidad radica en que sus aportaciones funcionan como un goteo: cuando este cesa, también se recorta o desaparece la ayuda a los pobres.
No hay que olvidar tampoco a los organismos multilaterales, como el Banco Mundial, que ponen énfasis en el crecimiento económico global de los países como medio para mejorar la vida de los más desfavorecidos. Se olvidan, no obstante, de que los hombres y mujeres que viven en situación de pobreza pueden ser actores de su propio futuro y contribuir a generar riqueza. Las personas sin recursos de los países en vías de desarrollo demuestran a diario una gran laboriosidad y una enorme creatividad para poder sobrevivir. La solución radica en aprovechar ese potencial para que ellas mismas guíen las riendas de su vida.
Logotipo del Grameen Bank. Fuente: http://www.grameen-info.org
Están asimismo las grandes empresas con programas activos de Responsabilidad Social Corporativa. Su contribución es muy destacable pero, por definición, estas compañías siguen teniendo como objetivo prioritario el logro de beneficios. Es necesario ir más allá.
Yunus no aboga por romper con la economía de libre mercado. Muy al contrario, propone integrar a los pobres en su estructura a través de lo que él denomina “empresas sociales”. Se trata de negocios competitivos, que funcionan como cualquier otro, pero que no tienen como objetivo primordial la ganancia personal o el reparto de dividendos. Si lo desean, sus dueños pueden recuperar su aportación o reinvertirla en cualquier otro destino, aunque su principal motivación no será pecuniaria sino ética: la satisfacción de haber alcanzado los objetivos sociales marcados. Los beneficios económicos conseguidos permanecen en la propia empresa como garantía de sostenibilidad.
No se trata de ninguna utopía, sino de un proyecto real que Muhammad Yunus está contribuyendo a crear con el apoyo de varios empresarios y capitalistas. Aunque el camino que queda por recorrer es largo y duro, la senda a seguir ya está marcada. No hay más que ver la importancia que la economía social ha adquirido, también en los países desarrollados, a raíz de la crisis financiera que ha afectado a las economías occidentales en los últimos ocho años.
Muhammad Yunus ha pasado a la historia por asumir en sus manos la ingente tarea de terminar con la pobreza en el mundo. Y lo ha hecho con conocimiento de causa, experiencia y mucho sentido común. Al contrario que otros activistas, no ha planteado grandes rupturas, sino pequeños y estratégicos cambios en las estructuras que ya existen. Lo más importante es modificar la mirada hacia los pobres; no verlos como sujetos pasivos, perceptores de subsidios y ayudas, sino como personas con capacidad de decisión y energía para salir adelante.
Las microfinanzas y las empresas sociales son sus dos mejores contribuciones y el Grameen Bank su obra más personal. Alejado desde 2011 de la cúpula de esta entidad, probablemente por razones políticas, Muhammad Yunus dirige en la actualidad el centro que lleva su nombre. Desde este organismo continúa investigando y promoviendo las bases de una economía mundial mucho más inclusiva.
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